La obesidad infantil se está disparando en los últimos años como consecuencia de la vida sedentaria y el aumento de alimentos preparados. La cruda realidad, aunque nos pese, es que los niños que comen más no crecerán más, ni serán más fuertes ni inteligentes, dado que el sobrepeso es un problema de salud muy grave que se debe atajar cuanto antes.
Lo primero que debemos comprender es que cada niño come la cantidad que necesita, en relación con el desgaste que tengan, por lo que no se debe comparar con otros que coman más. Así, lo que nos debe preocupar no es la cantidad, sino la calidad. Debemos alimentar a nuestros hijos correctamente, partiendo de una dieta saludable basada en los productos mediterráneos como alimentos verdes, frutas, verduras, carnes, pescados y leche, evitando que coman entre horas y, sobre todo, que tomen batidos hipercalóricos, bebidas azucaradas, chucherías, bollos industriales y comida basura en general. Además de la comida, el principal factor para que los niños estén sanos es que tienen que moverse, jugar, hacer ejercicio. Lo más recomendable es que se realice ejercicio en familia, como pasear, ir en bicicleta, nadar, jugar a baloncesto, fútbol o cualquier otro juego, ya que además de los beneficios físicos, también une a la familia.
Si no tomamos medidas a tiempo, nuestros hijo presentarán un deterioro invisible de su sistema cardiocirculatorio que, a la larga, lleva a enfermedades como la diabetes, el infarto de miocardio y cerebral o la artrosis. También pueden desarrollar problemas de integración de su grupo, lo que llevaría a más tiempo solos y a la realización de actividades y juegos sedentarios, lo cual agrava los problemas de sobrepeso.