La salud remite a una actitud vital ante la vida. De hecho, una persona con una actitud vital tiende a disfrutar de sí misma y también, de su relación con los demás. Es decir, valora el poder de la amistad y construye relaciones interpersonales fuertes y sólidas para compartir no sólo los buenos momentos sino también las situaciones de dolor y de tristeza que tarde o temprano aparecen en la vida de todo ser humano.
Existen algunos pasos que puedes seguir para tener una actitud más vital que te hará sentir mejor contigo mismo a lo largo del día:
- Haz frente a los problemas a tiempo. En muchas ocasiones, las personas perezosas o temerosas arrastran una gran ansiedad porque tienen gran facilidad para posponer un problema. Es decir, para no resolverlo a tiempo. De este modo, cualquier persona debe aprender a evitar cualquier situación de estrés que sea innecesaria, es decir, que no tiene un sentido último ni una finalidad positiva.
- Para mitigar los efectos del estrés, cualquier persona debe aprender a relajarse, es decir, debe aprender a visualizar mediante la imaginación momentos de felicidad y alegría. Muchas personas tienden a imaginar sólo situaciones dramáticas en relación con el futuro, este modo de proceder, produce ansiedad y tristeza.
- Piensa en ti mismo pero también en los demás. Es importante encontrar el equilibrio entre el egoísmo y la solidaridad. Es decir, ambos sentimientos son no sólo compatibles sino también necesarios. El ser humano debe protegerse y prestar una atención especial a atender sus emociones pero está demostrado a nivel psicológico el efecto positivo que produce sobre el estado emocional una actividad de voluntariado. Es decir, cada día puedes proponerte realizar una buena acción a alguien de tu entorno. Verás qué bien te sientes.
- Expresa tus sentimientos sin temor. El ser humano está más acostumbrado a expresar ideas que sentimientos, sin embargo, debemos aprender a sentir y a exteriorizar aquello que sentimos con libertad.