El estudio del metabolismo de lipoproteínas es un tema de mayor interés médico, dada su relación con el desarrollo de arteriosclerosis. Esta condición patológica es actualmente la principal causa de mortalidad en humanos. Se caracteriza por la formación, en paredes arteriales, de placas (arteromas) compuestas por acúmulos de colesterol, restos celulares, células musculares lisas y fibras del tejido conjuntivo, que disminuyen la luz y la elasticidad del vaso.
El avance de la lesión favorece la producción de coágulos intravasculares que terminan por obstruir la arteria, con consecuencias muy serias.
Es común el desarrollo de arteriosclerosis en individuos con alteraciones en lípidos plasmáticos. Niveles altos de LDL, y con ellos de colesterol, y aumento de lipoproteínas ricas en triacilglicéridos incrementan la tendencia a la producción de arteromas, favorecida también por factores mecánicos o citotóxicos. Los factores genéticos juegan también un papel de gran importancia.
El proceso de formación de placas de arteroma es complejo; podría resumirse del modo siguiente: las LDL penetran en la íntima a través de poros del endotelio vascular y se unen a proteoglicanos de la matriz extracelular. Mientras mayor cantidad de LDL circulante, mayor su acúmulo y persistencia en el vaso. La permanencia prolongada de lipoproteínas próximas al endotelio las hace pasibles de modificaciones, entre ellas, oxidación promovida por especies reactivas a oxigeno. Los agentes oxidantes pueden activar genes relacionados con la inflamación, estimulando la expresión de proteínas que atraen leucocitos a la zona afectada e inician una reacción inflamatoria crónica.
Actualmente se asigna gran importancia al proceso inflamatorio en la patogénesis de la arteriosclerosis.
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