El cabello no es una materia inerte. Su composición está sometida a procesos químicos y expuesta a múltiples factores que lo agreden a diario. Las enfermedades, el estrés, el efecto del sol, el agua del mar, el viento o los procedimientos incorrectos a la hora de tratarlo pueden degradarlo quitándole su brillo y mostrando un aspecto deslucido.
El cabello graso
- Su aspecto brillante y aceitado provoca mechones separados y apelmazados. Es común padecer algún trastorno de las glándulas sebáceas o llevar una alimentación con exceso de grasa.
- Debe lavarse con champú específico y aclararse con agua fría que contribuye a que el poro se cierre y disminuya la secrección.
- El cepillado debe ser muy suave para no reactivar las glándulas.
El cabello seco
- Hay una escasa secrección sebácea y el cabello se vuelve quebradizo y frágil, tolerando peor las agresiones externas.
- Están indicadas cremas suavizantes, mascarillas nutritivas y masaje capilar diario.
- La aplicación de tintes y permanentes contribuyen a su debilidad.
La caspa
- Su causa es un trastorno en el proceso natural de descamación y regeneración del cuero cabelludo.
- Debe lavarse cada tres días con un champú específico para tratar la caspa, intercalando de vez en cuando el uso de un champú de composición neutra.
- Se recomienda aclararlo con una pequeña cantidad de vinagre en el último agua.
- El aire caliente, la permanente y los tintes con contraproducentes.
Evitar la caída del cabello
Siempre que sea posible conviene dejarlo secar por sí mismo de forma natural y evitar los métodos forzados y agresivos. No realizar un secado demasiado enérgico con la toalla.